Hace algo más de un año y medio Alberto Cifuentes estaba hundido en la más absoluta desesperación. Protagonista en el lanzamiento del penalti que llevó al Real Murcia a Segunda B, el portero grana pasó dos días en estado de shock: «Casi no hablaba», cuenta su esposa. Diecinueve meses después el fútbol le está devolviendo todo lo que le robó en esa desafortunada temporada.Alberto lleva dos campañas brillantes que lo están consolidando como uno de los mejores porteros de Segunda División. En Segunda B fue el meta con mejores números del fútbol nacional. Este año, en una categoría más complicada y con un equipo menos superior al resto de sus rivales, vuelve a ser decisivo. Si el Real Murcia es octavo en la tabla a cuatro puntos del ascenso es, entre otras muchas razones, porque Alberto está salvando goles y está siendo todo un seguro en la portería grana.
El jugador casi ni se inmuta. Poco hablador, poco expresivo, siempre coge el teléfono, siempre atiende a todo el que lo reclama y siempre tiene buenas palabras. «Yo creo que no he cambiado nada, siempre he sido el mismo, lo que pasa es que unas veces tienes más continuidad y otras menos, unas veces las cosas salen mejor y otras peor», así de simple explica su gran momento de los últimos meses. Pero quienes más lo conocen destacan, además, su gran labor en el vestuario. Miguel Albiol es uno de sus mejores amigos. Coincidieron en el Rayo Vallecano y fueron compañeros en la desgracia de Gerona (Albiol hizo el penalti y Alberto paró la pelota y la metió después con la pierna). «Es un gran portero», cuenta Albiol, quien añade que «es un fenómeno en todos los sentidos: juega bien, es una pieza clave en el vestuario y como persona es aún mejor. Se merece lo bien que le está saliendo todo después de lo que ha sufrido. Esta disfrutando mucho».
Pepe Aguilar coincidió con Alberto en el Ciudad de Murcia. Asegura que «como persona es un diez, eso es lo que más valoro de él. Como futbolista tiene muy buenas condiciones, seguridad y aporta carisma».
Para Iñaki Alonso, el entrenador del Real Murcia, es un portero que da seguridad porque «es muy sobrio, no hace grandes alardes pero es muy regular y además ha demostrado que quiere al Real Murcia porque en este club ha pasado mucho». Alonso destaca además que es un jugador «alegre que está muy implicado». Tanto que, pase lo que pase, es difícil ver a Alberto cambiar de cara, torcer el gesto o ponerse nervioso.
«Después del penalti de Gerona lloramos mucho»
En el teléfono de Alberto puede leerse 'Te quiero mucho'. La afortunada a la que va dirigido este mensaje es Ana, su esposa desde hace siete años. Dejó su vida, su trabajo, su futuro profesional y su casa para vivir con él. Cuenta Ana que «yo lo conocí cuando ya tenía mi vida hecha, me había comprado mi casa y al final decidí seguirlo. Alberto no lo olvida nunca y yo lo valoro mucho por esto y por como cuida a nuestros dos hijos. Ahora mi trabajo es estar a su lado, bajarlo de la nube si algunas veces gasta bromas porque las cosas están saliendo bien y apoyarlo cuando el fútbol le ha hecho sufrir y ha salido mal algún partido». Y sin duda el mayor sufrimiento llegó el día de Gerona. «Hemos llorado mucho después de ese penalti. Cuántas veces le dije que si se hubiera tirado para el lado contrario y no hubiera parado el balón para después meterlo todo hubiera sido más fácil, menos doloroso. Ese ha sido el peor momento, pero el mejor también fue en el Real Murcia, cuando el año pasado se consiguió el ascenso, fue maravilloso».
Asegura Ana que «a Alberto nada se le sube a la cabeza», y aunque ahora lo llamen San Alberto por las muchas paradas que está realizando, su esposa se apresura a matizar que «no es tan santo, tiene sus cosas, aunque reconozco que además de lo bien que se porta con nuestros hijos y conmigo también sabe cocinar. Hoy que ha tenido día libre y nos ha cocinado una fideuá que le ha salido perfecta».
Fuente: La Verdad
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