Hay pequeños detalles que hacen a un club más grande. No son decisivos ni fundamentales, pero ayudan a dar prestigio a una entidad. Si este año la comunión entre todo el murcianismo ha sido total, a ese gran ambiente se unieron el pasado domingo personajes ilustres de la Región que acompañaron al club grana en el importante y decisivo partido de ascenso.
Ir a Lugo no era ni fácil ni cómodo. Pero allí estaban el torero Pepín Liria y el tenista Nicolás Almagro. El primero se subió en su coche para hacer kilómetros; la ida desde Madrid y la vuelta directo a Murcia. Liria mostró sus buenas dotes de conductor porque mucho antes de que la plantilla del Real Murcia llegara a la discoteca para celebrar el ascenso, su coche ya estaba aparcado en la puerta.
Y es que el avión que trajo a la expedición grana no debía de ser mucho más rápido que el Porsche de Pepín Liria. Pequeño y con poca potencia, tardó una hora más que el de la Federación de Peñas en llegar a Alicante y aunque durante el trayecto la plantilla fue cantando sin parar, a alguno se le cortó la respiración cuando entraron en una zona de turbulencias que apenas se notó en el aparato de los aficionados pero que movió mucho el del Real Murcia, según cuentan los que iban dentro.
Tan lento fue el avión que los futbolistas no llegaron hasta las tres de la madrugada a La Redonda. Daba igual la hora y daba igual que ayer fuera laborable. Los aficionados se armaron de paciencia y esperaron la llegada del autobús. A las tres cruzó la plaza con varios jugadores subidos en el techo del vehículo, que es el mismo que ha llevado al equipo a los desplazamientos a lo largo de la temporada, ya que no se podía perder más tiempo en cambiar a otro descapotable.
Entre los osados que se pusieron de pie en el techo del autobús no podía faltar Pedro, el gran animador de la noche. Sus gafas Ray-Ban sin cristales y con una montura con la bandera inglesa causaron sensación. No se las quitó en toda la noche y con ellas protagonizó algún que otro susto. Según contaron los aficionados, Pedro se fue a la grada para compartir con ellos el ascenso, se quitó la camiseta negra del equipo y se puso la grana, además de las gafas, pero cuando quiso volver al terreno de juego la Policía Nacional lo confundió con un hincha más y le soltó algún que otro golpe.
No fue la única vez que intervinieron los agentes, porque los cuatros aficionados que invadieron el campo nada más terminar el partido se han vuelto a Murcia con una sanción de 3.000 euros.
Anécdotas y más anécdotas para una noche en la que todo dejó de ser importante salvo el ascenso. No importó el sufrimiento del partido ni el frío para darse un baño en La Redonda. Todos al agua, incluido el entrenador Iñaki Alonso. Y a cantar, a darle la vuelta a la fuente y a acordarse de Cartagena alguna que otra vez.
En el autocar se quedó Jesús Samper, que cedió su coche y su conductor en Lugo para que Iván Amaya y el doctor Juanjo López llegaran a tiempo al aeropuerto tras pasar el control antidoping. Tampoco bajaron los políticos que acompañaron a la expedición grana, ni los miembros del consejo de administración. La fiesta de La Redonda fue solo para la plantilla y para el entrenador.
Mojados y empapados se marcharon a Nueva Condomina, se cambiaron, cogieron sus vehículos y vuelta a Murcia porque las que esperaban eran las esposas y las novias de los futbolistas.
Todos a la zona VIP de una céntrica discoteca murciana. Sin hora, sin presión. Relajados y de broma. Todo fue buen ambiente hasta casi la hora de ir a la recepción con el presidente Valcárcel en San Esteban. En la discoteca las gafas de Pedro perdieron protagonismo porque Góngora, muy dado a quitarse la camiseta y lucir espectaculares abdominales, se colocó un sombrero de paja estilo campo. Nada que ver con el de Urzaiz, que también se colocó un sombrero, pero un su caso más elegante.
Y en estas estaban los futbolistas cuando apareció Pedro León, el exjugador grana y ahora en el Real Madrid. Apenas se podía mover sin ser asaltado por aficionados o por infinidad de chicas. Acompañado por dos personas de seguridad, fue la atracción junto con Sergio Escudero, íntimo amigo de Kike García y ahora en el Schalke 04. Por la discoteca también hizo aparición Botía, el murciano del Sporting de Gijón, mientras que Antonio Amaya, que acaba de ascender a Primera con el Rayo Vallecano, fue el acompañante de su hermano Iván.
Fuente: La Verdad
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