No es fácil encontrar en las últimas décadas presidentes del Real Murcia con ADN grana, que llegaran al club con mucho que perder y poco que ganar, dispuestos a hacer un servicio altruísta por una entidad que siempre vivió al filo del abismo, con el agua al cuello, necesitada de un milagro para poder agarrarse al futuro con optimismo.
Solo hay que echar la vista atrás. Antes de la llegada de Francisco Tornel al trono grana el 29 de julio de 2019, y analizando los mandatarios que rigieron la entidad en el siglo XXI, se pueden contar con los dedos de una mano los que sintieron la necesidad de ayudar al Real Murcia sin contraprestaciones a cambio. Ninguno de ellos tuvo el respaldo social de Tornel, que además de aportar casi un millón de euros, abrió el Murcia a miles de accionistas.
José María Almela fue un presidente de transición, con buena imagen pública y murcianista también de cuna, aunque sin la capacidad económica del notario. Quizás a la altura de Guillermo Martínez Abarca, que tomó las riendas de la entidad por responsabilidad tras el fallecimiento de Jesús Samper en 2015. El abogado sufrió en el cargo hasta 2017, ante la imposibilidad de enganchar de verdad a la sociedad murciana en el proyecto que él quería para salvar al Real Murcia. Otros estuvieron de paso, como Miguel Martínez, presidente por accidente que precedió a los Gálvez, o Juan Guillamón años antes, quien tuvo poco tiempo para implantar sus ideas.
Sin embargo, la figura de Tornel emerge por encima de todas ellas. El notario murciano, que siempre se dejó asesorar y nunca gobernó de forma autoritaria, cedió la presidencia a Agustín Ramos el pasado mes de junio sin estar obligado a ello, aunque siguió siendo parte del Consejo. Pero ya sabía entonces que su salida sería cuestión de meses.
El notario murciano avanza ahora su decisión en LA VERDAD: «Creo que se ha cumplido un ciclo, hemos hecho nuestra labor. Le hemos dado estabilidad y credibilidad al Murcia. Y es la hora de otra gente con nuevas ideas. Francisco Cobacho y yo hemos decidido dar un paso al lado, aunque seguiremos de cerca todo lo que pasa en el club, evitando que lleguen gestores como los que hemos sufrido. Hemos curado y estabilizado al enfermo, pero todavía no tiene el alta», confiesa.
Tornel, que antes que presidente fue jugador de la cantera y entrenador de las bases granas, no será un obstáculo y dejará que Agustín Ramos, con un modo de actuar diferente al suyo, desarrolle ahora su propio proyecto. Tornel se marcha, aunque sin duda no va a perder de vista todo lo que pasa en una entidad en la que cuenta con 480.000 euros de capital desembolsado, más otras aportaciones, como los últimos 200.000 euros comprometidos para pagar deuda concursal.
Un ejemplo a seguir
Tornel piensa que todo lo sucedido en el Real Murcia debe servir de ejemplo para la sociedad murciana: «Cuando entramos parecía imposible que el Real Murcia sobreviviera. Me voy con la conciencia tranquila, ya que en este tiempo hemos demostrado que si los murcianos nos unimos, podemos hacer grandes cosas. Y esto vale para el Real Murcia y para todo lo demás».
Siempre quedará en la retina de los murcianistas como Tornel fue capaz, junto a Higinio Pérez y otros fieles granas, de arrancar el Real Murcia de las manos a los Gálvez. Él dio paso a una auténtica revolución poniendo 200.000 euros en una ampliación de capital a finales de 2018 que estuvo muerta hasta su llegada. Fue la chispa que convirtió al club centenario en el epicentro de una movilización social que lo salvó de la muerte y que llevó el nombre del Real Murcia a todo el mundo.
Fuente: La Verdad
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