Agustín Ramos no puede ocultar los sentimientos que le recorren, sean de felicidad o de frustración. No usa filtros. Y este domingo su enfado adquirió dimensiones jupiterinas. El presidente del Real Murcia fue acumulando razones minuto a minuto, viendo cómo su equipo era incapaz de ofrecer un partido que esperaban los casi 6.000 aficionados que se congregaron en el Enrique Roca. Y su enfado alcanzo el cénit con el gol del Pulpileño. Ramos estaba perplejo.
El máximo dirigente grana bajó al vestuario. Es una práctica habitual en él. Ya lo hizo, por ejemplo, tras el empate en Socuéllamos, donde no dudó en felicitar a los futbolistas por el trabajo desplegado, que quedó inconcluso, a su juicio, por la actuación arbitral. Pero el tono gastado este pasado domingo fue muy distinto. Agustín Ramos mostró su malestar, incapaz de asimilar un encuentro que también había enojado a la grada. "Soy el capitán del barco, y debo actuar en consecuencia, porque si se hunde el barco, me hundo yo también", proclama Ramos, que no puede entender la lentitud con la que se condujo el equipo durante muchas fases del choque, facilitando la tarea del Pulpileño. "Yo soy un ganador. Y quiero un Murcia ganador", pide el presidente.
Esta semana, reunión con Mario Simón y Manolo Molina
Agustín Ramos no quiere que la afición vea otro partido como el de este domingo. Ni que La Nucía se escape en la clasificación. Al presidente murcianista no le vale el argumento presupuestario. Otros clubes han hecho una inversión más poderosa. Es cierto. Pero Ramos no acepta que el Murcia transite por la cuarta plaza, con equipos más modestos como el Mar Menor, ya pisándole los talones. Y esta semana, después de las palabras en caliente que le dirigió a la plantilla y técnico tras el fiasco en el Enrique Roca, va a celebrar un contacto con Mario Simón y Manolo Molina. No va a entrar en cuestiones técnicas, pero sí les va a pedir que el equipo sea más agresivo, más ambicioso. Desea un Murcia ganador, y le va a pedir a entrenador y director deportivo que se pongan a la tarea de crear un equipo así, que no reincida en el error. La eliminación en la Copa Federación ante el Xerez fue un arañazo. El empate ante el Pulpileño, ya en Liga, ha abierto una herida.
Fuente: Onda Regional
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