
No fueron sólo las lesiones, ni las sanciones, ni el encajar goles en todos los partidos a domicilio a las primeras de cambio. Al Real Murcia le condenó, especialmente, una serie de incidentes extradeportivos que enrarecieron el ambiente y que se llevaron por delante a un entrenador (Siviero) y obligaron a su sucesor (Onésimo) a tirar de un bloque de jugadores comprometidos pero en teoría suplentes como Acciari o Albiol.
Permisividad. De cara al espectador queda la falta de rendimiento y el comportamiento de algunos futbolistas. De puertas para adentro la lejanía que se ha denunciado durante años entre los empleados de Nueva Condomina y el cogollo de la toma de decisiones en Madrid. Esa distancia geográfica lo era también en la toma de decisión. Se relativizaron demasiadas faltas de indisciplina desde la propiedad y eso dio poder a unos jugadores que, en una parte importante, tienen contrato para la próxima temporada.
Todo ese cúmulo de despropósitos acaba con el Real Murcia en Segunda B y con una fractura social e institucional que puede ser demasiado profunda.
Fuente: AS
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