Con los resultados en la mano, los seis meses de recuperación que se preveían fueron un golpe duro para sus compañeros. También para él, que como reconoció en más de una vez pasó “momentos muy duros, de llorar mucho”. Su importancia en la caseta quedó plasmada en cada acción del grupo: la camiseta de ánimo en Anxo Carro, las dedicatorias en los medios, los abrazos en el verde, los cánticos en el viaje de regreso… Su carisma caló entre la plantilla, en los que lo conocían y los que lo trataban por primera vez. En esta ha pasado lo mismo. La prueba más evidente son las declaraciones de una de las incorporaciones: “la felicidad será completa cuando veamos a Miguel Albiol como uno más”.
Ver a Albiol cada día era una dosis de positivismo. Siempre dispuesto a trabajar, a lo que le digan los fisioterapeutas, a incorporarse al trabajo de grupo cuando los técnicos lo creyesen oportuno. Profesionalidad al máximo. Alguno que otro compañero le gastaba bromas: “¿Vas a volver antes de junio? ¡Venga hombre si ya estás!”. Él sonreía y, como tímido, decía: “hay que esperar. Poco a poco”.
El pasado sábado, en Balaídos, se puso el 18 del Real Murcia para otro partido oficial. Cuando saltó al terreno de juego demostró que todo está superado, que los miedos quedan atrás y que cuando se le necesite estará dispuesto. Su mosqueo por la derrota le tapó los ojos por unos minutos pero pronto vio, con la lluvia de felicitaciones, que lo suyo había sido otra gran victoria.
Fuente: Real Murcia
No hay comentarios:
Publicar un comentario