Ricardo Pérez de Zabalza consiguió el pasado domingo en Lugo su tercer ascenso con el Real Murcia. Como publicó este diario el pasado jueves, se ha convertido en uno de los históricos, entrando en un grupo selecto al que pertenecen grandes referencias del murcianismo como Pepe Vidaña, Juanma, Murciano, Canito o Campello. Tiene el cariño tanto de la afición como de sus compañeros. Sin duda, el capitán es hoy en día un referente.
¿Qué significa para usted entrar en la historia del Murcia?
Es un orgullo, qué duda cabe. Primero es una satisfacción a nivel personal conseguir varios ascensos, y cuando los vas consiguiendo en el mismo sitio, cada vez te identifica más con todo lo que significa ese club, con la ciudad. Este último, por la situación en la que estaba el club, tiene un sabor especial.
El primero nadie lo esperaba, el segundo sí tenía un guión establecido, pero el de esta temporada era sí o sí.
El de David Vidal fue un poco el año que empiezan a encajar todas las piezas, y a través de un buen juego, que sirvió para que la afición se sintiera orgullosa con su equipo, se identificara con lo que veía sobre el campo. Son de esas temporadas que pasan pocas veces y es una gozada pertenecer a un equipo de esos. El de Lucas Alcaraz era una plantilla diseñada para ascender y el equipo cumplió su objetivo, que no es fácil, porque hay muchas plantillas que tienen una meta muy clara y que no lo consiguen. Es cierto que ese año faltó brillantez, pero se consiguió la meta. Y este año era una plantilla diseñada para ascender y una obligación absoluta de conseguirlo. Gracias a Dios, a base de trabajo de todo el mundo, porque la verdad es que era un momento dificilísimo para el club, lo hemos logrado y nos hemos sentido respaldados tanto dentro del club como por la afición y la ciudad. Hemos solucionado un año realmente complicado.
¿Era una papeleta dura de digerir?
Todos éramos conscientes de que la obligación era máxima. Llevo bastantes años jugando al fútbol y se notaba alrededor del equipo que la necesidad de conseguir el ascenso era tremenda, aunque fuese de Segunda B a Segunda, aunque el equipo es verdad que tuviese mejor plantilla que otros, pero esa presión y esa necesidad de subir estaba ahí. Yo creo que hemos sabido jugar con ella para conseguir un objetivo en unas condiciones de tremenda obligación.
¿Qué se le pasó por la cabeza cuando el árbitro anuló el gol en el partido de Lugo?
Todos sabíamos que, independiente de lo que pasase en la liga regular, de lo mejor o lo peor que se pudiese hacer, al final te lo jugabas todo. El equipo hizo una gran temporada regular en cuanto a nivel de puntos, quedó primero con una cifra altísima, pero a partir de ahí empiezas de cero contra un rival que ha hecho los mismo méritos que tú para subir. Sabíamos que iba a ser muy igualado, el rival fue dignísimo, con unos argumentos que puso sobre el terreno de juego, y al final estas eliminatorias se deciden por estrechos márgenes, y esta quizás más, porque es verdad que una acción en los últimos minutos, pudo cambiarlo todo. Por fortuna, en el fútbol hay momentos puntuales en los que se puede cambiar la historia, la trayectoria de un club, como ha sucedido en este caso con el Murcia. Y ojalá que a partir de ahora, aprovechando esta inercia positiva con el ascenso, el club pueda seguir creciendo y mantenerse en sitios que le corresponden.
¿Alguna vez pensó cuando inició su carrera que se iba a identificar tanto con un club?
Cuando empecé sólo tenía la ilusión de hacerme un hueco en el fútbol profesional a base de trabajo y esfuerzo. Vine a Murcia y encontré muchísimas cosas buenas, un club con unas estructuras espectaculares, con un potencial de crecimiento muy grande, con una ciudad con muchísimas cosas para vivir estupendamente, y la verdad es que estuve muy a gusto. Llegó el descenso de Primera, que acabó la temporada Javier Clemente, y se decidió que yo no continuara en el club pese a que tenía un año más de contrato. Sinceramente no fue un momento agradable, pero lo dije en su momento y lo digo hoy, no guardo rencor a nadie ni al propio entrenador. Fue una decisión deportiva que se tomó conmigo como se suele tomar cada verano con muchísimo jugadores. Y este club ya había tomado decisiones con otros futbolistas que llevaban más años incluso que yo, es decir, que no lo entendí como algo personal contra mí, sino que fue una decisión deportiva, y además me dio la oportunidad de, con el tiempo, vivir dos años en Tenerife que fueron preciosos.
Pero coincidirá conmigo que es difícil encontrar hoy en día jugadores como usted.
Sí, quizás también por mis características, soy un jugador más de club que otros. Al final te quedas en Murcia por muchos motivos y es evidente que hay jugadores muchos mejores que han acabado saliendo. Se va dando esa situación, te vas asentando en un sitio, y yo sólo tengo buenas palabras para esta ciudad y este club.
¿Sabe que el año pasado, tras el descenso, pidieron a Jesús Samper que dejara el club?
Un descenso a Segunda B crea muchísima inseguridad para un club como el Murcia. Son momentos que crean muchas dudas en torno a un proyecto, y en ese momento los dueños dieron una muestra de tranquilidad, apoyando en todo momento, mandando un mensaje de calma y de ánimo, y el tiempo les ha dado la razón. En una temporada volvemos a estar aquí, esperando no volver a cometer errores.
¿Se plantea ahora el fútbol de forma diferente?
Sí, evidentemente. En los primeros años estás centrado en hacerte un hueco, en poder hacerte un sitio, en crecer profesionalmente, incluso mirando más desde un punto de vista egoísta para sacar la cabeza entre tanta competencia. Con los años aprendes a disfrutar del fútbol, acabas entendiendo este mundo un poco más, y te paras a pensar más en lo colectivo que en temas individuales. Cuando llegas a una cierta edad, entiendes que el funcionamiento del grupo es esencial para que a uno le vaya bien individualmente.
¿La capitanía se gana o se da?
Lo del brazalete no indica que un jugador sea considerado como capitán dentro de un vestuario. Yo he estado en grupos en los que el portador del brazalete era uno más, una persona sin un peso específico dentro del vestuario, y otros compañeros, sin tener brazalete de capitán, eran importantísimo. El capitán lo solemos elegir los jugadores, aunque otras veces no, pero yo creo que no hay que hacerle mucho caso al tema. Hay otros compañeros que sin llevar brazalete, en un momento dado pueden ejercer tanto o más que uno que lo lleva.
¿Una de las claves del Murcia es que cada uno tenía asumido su papel?
Cada individuo tiene su rol. Al final, esto es muy sencillo, se trata de que cada uno ponga lo que tiene para ayudar. Hay jugadores que son más damos a hablar, en momentos de dificultad ,a tratar de ayudar a los compañeros, y otros que son más reservados. Cada persona es un mundo y al final, entre todos, se trata de hacer un buen grupo.
¿Usted suele alzar la voz en el vestuario?
No, soy bastante tranquilo, soy más de actuar con hechos que a base de palabras. El mejor ejemplo al final es dar el callo y pelear por lo que uno realmente lucha.
Cuando este equipo descendió se hablaba de resurgir y se ha encontrado una comunión con la grada que otras veces no ha existido. ¿Cree que se puede generar un nuevo movimiento hacia estos colores?
Al final jugamos por los aficionados. El fútbol es un espectáculo que arrastra a mucha gente, es pasión, y jugamos por ellos. Se trata de que los aficionados se sientan orgullosos e identificados con su equipo, con lo que ven. Esta temporada, a pesar de estar en Segunda B, la verdad es que el equipo, con trabajo, sus virtudes y sus defectos, ha contado con el apoyo de la grada, que además ha entendido que era un año en el que todo el mundo tenía que arrimar el hombro. Un ascenso hace que la inercia sea positiva, que todo el mundo esté con la sonrisa puesta, y hay que aprovecharlo para salir la temporada que viene con toda la ilusión del mundo, con toda la energía, y que la gente disfrute con su equipo.
¿Encontró un club muy cambiado a su regreso?
Básicamente la gente era la misma, pero sí que cambian cosas. Yo dejé un recién descendido a Segunda, que venía de Primera con una cantidad de socios tremenda, un club que había hecho una inversión en futbolistas grande, pero que desgraciadamente bajó a Segunda B. Me encontré un club inestable, donde se dudaba de todo.
¿Lo fácil no hubiera sido que el propietario tirara la toalla?
Fue fundamental el paso al frente que dieron, de decir que aquí seguimos, incluso desde el siguiente día del descenso de Girona, empujando a la gente. La situación era complicadísima, pero los propietarios dijeron que hay que tirar para adelante, que es un accidente y que ahí van a estar ellos. Aportaron estabilidad a un club en un momento de tremendas dudas que ha sido fundamental para conseguir el objetivo.
Fuente: La Opinión
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