lunes, 30 de mayo de 2011

Medio millar de seguidores granas se dieron cita en las gradas del Ángel Carro

Con un expresivo ¡Volvemos! en la camiseta, los jugadores del Real Murcia celebraron con su hinchada el ansiado retorno a Segunda División. Ni el cansancio hizo mella en los que viajaron toda la noche –se metieron en el cuerpo casi 1.000 kilómetros más otros tantos de vuelta–, porque el aliento lo notaron los jugadores en el campo. Ni el rugir de los más de cuatro mil lucenses que convirtieron el campo Ángel Carro en una auténtica olla a presión, les hizo callar. Sus cánticos se escucharon en todo momento y sólo el gol de Tornero les hizo perder unas pocas revoluciones, pero sólo por unos minutos. Fue una gran fiesta, seguro que inolvidable para los que tuvieron la gran suerte de vivirla.

Fue un 29-M para el recuerdo. Y lo será siempre no sólo por el ascenso, sino también por el espectacular comportamiento que tuvieron los seguidores de uno y otro bando. Y ahí es donde triunfó el fútbol, el de Murcia y el de Lugo. Durante todo el día, por las calles de la ciudad bimilenaria, se respiró pasión por el fútbol, pero dentro de un gran ambiente de hermandad. Incluso desde la megafonía del estadio se hizo un guiño a Murcia cuando el speaker ´pinchó´ el famoso tema ´Maggie despierta´ de los M-Clan.

La celebración del ascenso fue una expresión de amor a unos colores. Con los jugadores haciendo el trenecito en el terreno de juego y Pedro, a quien la policía confundió por unos instantes con un aficionado más al que trató de echar del campo, como maestro de ceremonias, la hinchada, enfervorizada entonó es ´Como no te voy a querer´ que se ha quedado grabado en el subconsciente de todos los que acuden a Nueva Condomina. No faltó nadie. Todos los futbolistas estuvieron allí, incluso el lesionado Miguel Albiol, quien se emocionó cuando vio saltar al campo a sus compañeros con la camiseta ´Ánimo Albiol´.

Pero no sólo desde Murcia llegaron murcianistas para vivir el ascenso. José Manuel González lo hizo desde Hecho, ese precioso pueblo de los Pirineos aragoneses donde creó hace ya muchos años una peña grana; Antonio Curras, con toda su familia, desde su Orense natal –«después de 39 años siguiendo a este equipo, que ascienda en mi tierra es un lujo», decía emocionado–; y José Manuel Izquierdo, desde Arganda del Rey, que no Torrejón de Ardoz como por un lapsus publicamos en este periódico esta misma semana.

Pero si algo quedó grabado para muchos fueron las lágrimas de Arturo Rubio, el enfermero del equipo, un hombre que ha vivido de todo en este Real Murcia de sus amores, desde un encierro hasta ascensos a Primera División. «Mi corazón ya no está para estas emociones», me decía. Ni el de muchos, pero ha merecido la pena.

Fuente: La Opinión

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