Cuando Luis Guil Torres (Sevilla, 17 de julio de 1971) llegó hace un año al Club Baloncesto Murcia para dirigir a un equipo de una categoría donde nunca había entrenado, la LEB Oro, lo hizo con un proyecto en su maleta. El objetivo no era otro que lograr el ascenso a la ACB, como quedó rubricado el viernes por la noche, pero para ello eran necesarios jugadores de calidad y con implicación. Lo primero, con dinero, es fácil de conseguir; lo segundo, en ocasiones, se convierte en una misión imposible, pero el equipo que logró el quinto ascenso de la historia a la ACB, demostró desde el primer día que la química existía en su vestuario.
Guil, empleado de banca en excedencia en CajaMadrid, conoce perfectamente las estrategias que se emplean para incentivar un mayor rendimiento personal de los altos cargos y trabajadores. Supeditar una parte del sueldo a los objetivos es una táctica que ofrece buenos resultados. Y eso es lo que planteó a los rectores del CB Murcia, que ofrecieran a los jugadores que se comprometieran con la causa supeditando un 20% de sus contratos al ascenso. Por ello, la plantilla murcianista no negoció prima de ascenso, como es tradicional, porque ya estaba incluida en sus respectivos contratos. Ahora, tras concluir la temporada con el éxito del ascenso, todos recibirán un 20% más de sus sueldos, que fue la parte proporcional que se apostaron.
Los sueldos han estado entre los 240.000 euros del jugador más caro, que ha sido Taj Gray, y los 70.000 de los más baratos. Por tanto, la parte proporcional que percibirán ahora los jugadores está entre los 48.000 y los 14.000 euros.
Esta estrategia, que no es nueva en el mundo empresarial pero sí muy difícil de aplicar en el deporte, ha provocado, sin duda, una mayor implicación de todos los componentes del equipo con la causa. En la temporada 93-94, cuando el CB Murcia, con José María Oleart se jugaba la permanencia en la ACB, ya se vivió una situación similar. En aquella ocasión, la directiva, a través de José Felipe Coello, quien era entonces el director deportivo de la entidad, comunicó un día a los jugadores que no se les iba a pagar más hasta que lograran la permanencia. John Ebeling, un veterano ala pívot con carisma de líder, alzó la voz y dijo que no aceptaba. Entonces lanzó una propuesta a la que se sumó casi la totalidad de la plantilla. La misma consistía en que los jugadores no cobrarían los tres últimos meses si el equipo descendía, pero en caso de permanecer, como al final ocurrió en un agónico play off con el Fórum Valladolid, el club les pagaría el doble. Así surgió el ´doble o nada´ que salvó del descenso al CB Murcia.
El viernes no sólo estaba en juego el premio económico, sino unas vacaciones espectaculares: desde el 15 de abril y hasta el próximo mes de agosto, que será cuando comience la pretemporada. Lo que va a permitir a los gestores de la entidad, trabajar con más tiempo para lograr el presupuesto necesario, además de iniciar ya los contactos con jugadores que interesan. Para Pedro Rivero, el héroe del partido, la situación no es nueva. Por segundo año consecutivo, disfrutará de unas larguísimas vacaciones, puesto que el curso pasado ya logró con el CAI el ascenso a la ACB cuando ni siquiera había concluido abril. Él tiene garantizada otra campaña más de contrato gracias el ascenso. Los otros son el propio Guil, su ayudante Lázaro, Jasen y Faverani. Pero con ellos se quedarán algunos jugadores más que permitieron a Murcia vivir una noche de júbilo. El que no lo hará es Óscar González, que ha confirmado su retirada.
Baño, cena y discoteca
La noche fue larga. Primero en La Redonda, donde el equipo llegó en autobús pasadas las doce y media de la noche. Allí, entre el alborozo de seiscientos aficionados, se dieron imágenes de todo tipo, como que las zapatillas de Coppenrath acabaron en manos de un seguidor. Todos los jugadores, sin excepción, acabaron en el agua. Después, tras pasar por el Palacio para cambiarse, cena en el restaurante Tony Roma´s, en la plaza Santa Isabel. En la discoteca Luminata llegaron los brindis dirigidos por el presidente, Luis Carabante. Y todo el mundo celebró el ascenso hasta que el cuerpo aguantó.
Fuente: La Opinión
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