Tópicos y más tópicos rodean al mundo del deporte siendo repetidos de manera constante por aficionados, jugadores, o entrenadores en sus tradicionales ruedas de prensa. Uno de los tópicos más conocidos es aquel reservado para las grandes citas y que reza aquello de que "las finales no se juegan, sino que se ganan", pero en esta ocasión, la final de la Copa Príncipe 2011 fue jugada de principio a fin por dos auténticos equipazos, el Blu:sens Monbus y el CB Murcia.
El triunfo deportivo resultó ser para los gallegos pero en pocas ocasiones un equipo perdedor fue tan ganador como lo ha sido en esta ocasión el conjunto pimentonero. No pudieron alzarse con la Copa pero los hombres de Luis Guil dominaron en el electrónico durante gran parte del partido quedándose a un único lanzamiento de forzar la prórroga y demostrando una gran mentalidad ganadora.
Y eso que no había sido sencilla para ellos una semana que comenzó a complicarse en la tarde del martes. Por aquel entonces, comenzaba a correr la noticia de que dos de los hombres más importantes del CB Murcia, Taj Gray y Víctor Faverani, se perderían la cita por sendas lesiones. Difícil tendría llegar el norteamericano con una inflamación en el menisco interior de la rodilla, pero más aún el brasileño con un complicado esguince de tobillo que trasladaba el pesimismo a la afición murciana.
Los días transcurrieron sin la presencia de ambos en los entrenamientos pero finalmente sendos jugadores emprendieron viaje a Santiago de Compostela. Tras el largo viaje, el optimismo volvió a reinar entre la afición en la mañana del sábado cuando FEB.es daba a conocer la última hora de los equipos; ambos jugadores habían completado a diferente intensidad la sesión matinal trasladando al técnico sus deseos de formar parte del encuentro, todo ello pese al aspecto que presentaba el punto de apoyo del brasileño con un notable y renegrido hinchazón.
Por unas horas, el dañado tobillo de Faverani se convirtió en el tobillo de la ilusión; más aún con el inicio del partido cuando el brasileño se hacía dueño y señor de la zona haciendo ver sus deseos por levantar el trofeo. Finalmente, los problemas del interior con las faltas consiguieron lo que no que había conseguido su lesión, apartarlo durante un buen número de minutos del encuentro. Su equipo no pudo hacerse con el campeonato, pero descubrió en la figura del jugador todo un ejemplo de compromiso y sentimiento por su camiseta.
Y es que, en ocasiones, aun habiendo sido perdedor, uno puede sentirse un gran ganador.
Así lo vivía el propio Víctor Faverani:
"Todo comenzó en el entrenamiento del martes; salté hacia la canasta para coger un rebote y al caer pisé mal, me retiré del entrenamiento y vi que tenía un fuerte esguince; pese a lo mucho que me dolía, en ningún momento pensé que eso me iba a impedir jugar.
No pude entrenar en toda la semana, es más, la primera sesión la realicé ya en el Fontes do Sar la misma mañana de partido porque quería conocer los aros y coger sensaciones sobre la pista. Ya en el calentamiento del partido me dolía muchísimo el pie, hasta el punto de darme cuenta de que no iba a poder llegar al partido pero Luis confió en mí para ser titular y terminé saltando a la pista.
El ver las gradas llenas de gente con el ambiente que se había creado y las ganas por conseguir la victoria hicieron que se me olvidase de la lesión y el dolor desapareció. Estábamos en la final de la Copa Príncipe y sentía que tenía que ayudar a mis compañeros, ellos me ayudan siempre en lo que necesito y el saber que yo estaba ahí pese a estar lesionado podría ayudarles a sacar el partido adelante".
Fuente: FEB
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