Cerca de 600 aficionados del Real Murcia se atrevieron con los más de 700 kilómetros que separan a Murcia y Girona. En total, más de 1.400 kilómetros. Pero esto no fue lo más duro y sí la decepción al comprobar como su equipo le había vuelto a fallar.
El viaje de ida estuvo cargado de tensión... y de ilusión. El de vuelta encharcado en lágrimas y en impotencia. Y es que un descenso a Segunda B no es fácil de digerir para una afición tan castigada como la grana.
El comportamiento de los seguidores murcianistas fue ejemplar. Ni un solo problema con la afición gerundense que, por cierto, estuvo sobresaliente al intentar consolar a su rival con cánticos de ánimo por el fracaso acontecido.
A Cataluña se desplazaron familias enteras. Padres, madres, hijos... Todos unidos por un color y un escudo. Unión que seguirá existiendo en la mayoría de los casos a pesar del varapalo sufrido, ya que la gran mayoría de aficionados siente al Real Murcia muy por encima de sus resultados.
Nada más terminar el encuentro ni un solo aficionado pudo disimular su desilusión. Ni siquiera contener el llanto, pero en la gran mayoría de casos se optó por un mensaje de optimismo ante tan delicada situación. El cántico generalizado de semanas anteriores del «Sí, se puede» paso en Cataluña a un unánime «el Real Murcia somos nosotros» acompañado en todo momento por el ya popular «fuera Samper».
Pedro aseguraba a ras de césped que «me siento orgulloso de esta camiseta. Es un día de duro, pero hay que estar al lado de la entidad. Hemos descendido a Segunda B, pero en mi cabeza no cabe otra cosa que ascender la próxima temporada».
Otros más críticos se lamentaban de lo sucedido. «Descender es duro, pero hacerlo en el último minuto, de penalti y de la forma en la que a Alberto se le ha escapado el balón aún es más jodido. En la segunda parte no hemos hecho nada y como siempre José González ha echado el equipo atrás. Estoy destrozado», lamentaba un vecino de la capital.
Hubo quien incluso, entre lágrimas, hacia la siguiente reflexión: «Y luego dicen que los seguidores del Atlético de Madrid son unos sufridores. Que si pupas... Y entonces nosotros que somos. Aun así soy del Murcia y lo voy a ser toda la vida».
Reflexiones, éstas y muchas más, que servían de antesala a un largo viaje de vuelta que concluyó a primerísima hora de la mañana del domingo. Una afición que vuelve a ser castigada, pero a la que le toca levantarse de un golpe que deja a la entidad herida de muerte.
Fuente: La Verdad
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