Si no había ya suficientes nombres sobre la mesa, la mayoría de personas con poco currículum y que ven el Real Murcia como la oportunidad perfecta para meter la cabeza en el mundo del fútbol, en los últimos días Quique Pina ha vuelto a entrar en acción para, como ya hizo en diciembre de 2018, intentar venderle su plan a Francisco Tornel. En este caso, el murciano no está haciendo de intermediario para enchufar en el club a Pedro Cordero, como ocurrió a la llegada del ahora presidente; actualmente el ex del Ciudad de Murcia busca una salida para él mismo, casi desahuciado del mundo del fútbol tras su paso por la cárcel y sus últimos fiascos en clubes como el Hércules y el Lorca Deportiva.
Quique Pina, que desde el fallecimiento de Jesús Samper siempre ha tenido entre ceja y ceja el Real Murcia, aunque con la única condición de entrar sin poner ni un solo euro, sabe que Francisco Tornel es una persona a la que se le convence fácil, por lo que desde hace ya varios días no para de contactar con el notario para que le deje la gestión deportiva a él y a su grupo de trabajo, donde, como siempre, no faltan nombres como los de los Cordero o el de Joaquín Vigueras.
Es tanto el interés de Quique Pina por volver a poner las manos en un club de fútbol que el intermediario no ha dudado en contactar también con Mauricio García de la Vega para ofrecerse en el caso de que el mexicano desembarque otra vez en Nueva Condomina. Aunque el azteca tendría atado a Sergio Egea, Pina ha levantado el teléfono para proponerle que si cogiera los mandos del consejo de administración, él sería la persona perfecta para encargarse de la gestión deportiva.
A diferencia de Francisco Tornel, que es del último que llega, Mauricio García no ha dudado en dar calabazas a Quique Pina, al que ya solo le queda seguir agarrándose a la posibilidad del presidente murcianista. Otra cosa muy distinta es que el consejo de administración aceptase esta propuesta, y menos si el intermediario murciano no llega dispuesto a poner dinero sobre la mesa.
Quique Pina está obligado a comparecer cada semana en el juzgado y que no puede abandonar España al estar imputado por cinco delitos fiscales, entre ellos por haber evadido 2,8 de euros a Hacienda, ocultando sus ingresos y patrimonio, y por blanqueo de capitales en el traspaso de varios jugadores.
Esos problemas judiciales y la guerra por la propiedad en el Cádiz le han dejado fuera de los despachos de los clubes de fútbol, de ahí que busque a la desesperada una alternativa para volver, y el Real Murcia, que vive la crisis deportiva más importante de los últimos 25 años y que va a dar con sus huesos en la cuarta categoría, se ha convertido en el objeto de deseo del intermediario murciano. El ex del Ciudad, que en los últimos tiempos solo se ha podido dejar ver en alguna operación como intermediario de futbolistas, ve en el club grana la oportunidad perfecta para volver a hacer negocios. Lo que intenta hacer en el Real Murcia se asemejaría y mucho a lo que ya hizo en el Hércules en julio de 2013, cuando se hizo cargo de la gestión deportiva aunque de forma extraoficial, ya que su cargo nunca fue anunciado. Al final de esa campaña, el club alicantino descendería a Segunda B.
Tampoco le salieron bien las cosas cuando se le asoció con el Lorca Deportiva en 2016, aunque igualmente sin que su nombre apareciese oficialmente en ningún cargo de la entidad lorquinista. Fueron Pedro Cordero, David Navarro y Joaquín Vigueras, sus socios habituales allá donde va, los que se dejaron ver por el Artés Carrasco, demostrando tras dos años que sus promesas estaban completamente vacías. En la 2017-208, en Segunda B, pese a los grandes conocimientos de la categoría que dicen tener, se hizo una plantilla que no dio el nivel y que, sin pena ni gloria, acabó descendiendo. Tampoco funcionaron las cosas en los despachos. Los jugadores acudían a la AFE para reclamar casi 80.000 euros de dinero que se les adeudaba.
Quique Pina lleva ya varios años intentando meter los pies en Nueva Condomina como sea. Durante la etapa de Gálvez, el intermediario consiguió que el oriolano fichase a uno de sus jugadores, el argentino Lucio Companucci. Al oficializarse la contratación, Pina no dudó en posar con el futbolista y con los Gálvez. Cinco meses después Companucci se marchaba del club sin haber podido debutar al no poder ser inscrito.
A los pocos días de que Julio Algar saliese del Real Murcia, en los despachos de Nueva Condomina tenían las ideas mucho más claras que un mes después, cuando el casting para elegir al nuevo director deportivo murcianista se ha convertido en un auténtico caos, que no tiene visos de resolverse en los próximos días.
Cuando los responsables murcianitas se pusieron a estudiar nombres, los candidatos parecían claros, llegando a poner a la cabeza de la lista de favoritos a Manolo Molina, ex del La Hoya Lorca y ahora en la secretaría técnica del UCAM Murcia. El problema llegó cuando fueron pasando las jornadas y los ofrecimientos se multiplicaron. Sin experiencia previa y con el miedo a volver a fracasar como ha ocurrido en este curso con Julio Algar y Adrián Hernández, desde el club querían ir con pies de plomo, sin embargo se están viendo excedidos. Si ya es habitual que cada vez que hay que tomar una decisión se abra una guerra en los despachos por la incapacidad para ponerse de acuerdo y por la forma de actuar de un Francisco Tornel que no sabe lo que es formar parte de un equipo de trabajo, no iba a ser diferente a la hora de elegir al director deportivo.
Con la temporada que acaba el próximo fin de semana, el Real Murcia parece que no tiene ninguna prisa en fichar a la persona que se encargue de confeccionar la plantilla.
Fuente: La Opinión
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