El UCAM Club Baloncesto Murcia ha vivido muy pocos momentos históricos en canchas ajenas. La trayectoria de esta entidad está marcada por las decepciones vividas fuera de casa, sobre todo en las últimas campañas. Muy pocos partidos lejos de Murcia han quedado grabados en la memoria de los incondicionales aficionados del club. Los ascensos vividos en Tenerife (1998) y Pozuelo de Alarcón (2003) y la permanencia en Valladolid (1993) después de remontar un 2-0 en el play off con el entonces Fórum, son los hechos más reseñables, además de la salvación lograda en 1987 en Córdoba. Pero hay otros dos partidos que nunca olvidarán los aficionados, ambos disputados en Zaragoza, la pista que visita este domingo (12.15 horas) el conjunto de Luis Guil.
Para entender la historia reciente del UCAM Murcia hay que recordar dos fechas: 28 de mayo de 2006 y 9 de mayo de 2009. En ambas ocasiones, en el pabellón Príncipe Felipe, se vivieron dos triunfos épicos, inesperados, logrados a contracorriente y con diez mil almas en contra.
Pedro Fernández, pívot cartagenero afincado en Murcia que en la actualidad trabaja para el golfista Miguel Ángel Jiménez a través de sus escuelas, era uno de los ´jefes´ del vestuario en el ascenso de 2006. Después de perder el cuarto partido en Murcia, no quedaba otra que ganar en Zaragoza en el quinto y último. Y el encontes Polaris lo hizo después de una prórroga: «Lo que más me impactó fue ver el pabellón lleno. Lo tenían todo preparado para celebrar el ascenso. Me dio la sensación de que nosotros éramos los invitados, pero nos salió todo bien. Borja Larragán se marcó un partido espectacular y nos vinimos con el ascenso», recuerda. Fernández admite que la plantilla no estaba convencida de poder lograr la gesta: «Como desportistas, siempre salimos a ganar. Teníamos un equipo de nacionales muy chulo, con Xavi Sánchez, Quique Bárcenas y Pedro Robles, entre otros, con muy buena química entre nosotros, y esa fue la clave. A cada uno que me preguntaba, le decía que íbamos a ganar, y todos me respondía que lo decía porque yo soy muy optimisma. Pero conforme avanzaba el partido, llegamos a creérnoslo. Creo que también nos dio fuerzas que en el entrenamiento del día anterior había gente esperándonos para insultarnos», explica. Sólo recuerda Fernández Espianosa en su carera deportiva dos partidos con un ambiente tan hostil como el que vivió aquel día: «Uno fue una Copa de Andalucía con el Caja San Fernando en Málga. Y el otro, más fuerte aún, en la Euroliga en la pista del Partizán cuando nos entrenaba Aleksander Petrovic. Nos tiramos dos horas sin poder salir del vestaurio».
La permanencia de 2009 tuvo varios protagonistas, pero entre todos ellos sobresalió un murciano, el base José Antonio Marco, quien ahora está en el Melilla de la LEB Oro. Después de una temporada en la que nunca contó con la confianza de su entrenador, Manolo Hussein, el jugador de Abanilla fue el artífice de un triunfo en Zaragoza que supuso la permanencia: «Está claro que siempre recordaré aquel partido, hasta que me muera. Ha sido, sin duda, el mejor partido que he jugado en mi vida», afirma Marco a LA OPINIÓN. «Recuerdo el campo lleno, la gente esperándonos a las puertas del pabellón con pancartas. En las gradas no cabía nadie mucho antes del partido, cuando estábamos haciendo el calentamiento. Fue espectacular», apunta.
Aquella temporada fue muy dura para Marco: «Al principio no jugaba. Después, cuando se retiró Gonzalo Martínez, empecé a disfutar de minutos, pero ficharon a Nenad Mijatovic y pasé otra vez a un segundo plano. Pero en el último partido cambió todo. Chris Thomas se negó a jugar y me quedé como único base. Me vino muy bien porque sabía que iba a jugar sí o sí, que si la cagaba al principio con un par de pérdidas de balón, no iba a pasar nada porque estaba solo. De hecho, recuerdo que lo jugué super tranquilo», explica Marco, quien recuerda que «fui ganando cofianza conforme avanzaban los minutos y en la segunda parte empezaron a entrarme los tiros (anotó 11 puntos, capturó 4 rebotes y dio 3 asistencias)».
Marco vio el partido perdido en el tramo final: «En la segunda parte íbamos con ventaja, pero tras la salida de Quinteros ellos empataron y se pusieron por delante. En ese momento pensé que estaba todo perdido, que íbamos a perder. Pero en la siguiente jugada llegó el famoso triple de Robles con Loren Woods encima y nos llevamos el partido. Fue apoteósico», rememora el murciano.
Pero si hubo un hecho que marcó aquel encuentro fue la negativa de Chris Thomas a jugar: «Aquello, aunque parezca mentira, nos benefició. Toda la prensa, incluso la de Zaragoza, hablaba de Thomas y nos quitó ansiedad a nosotros. Ellos se creían ya ganadores y nosotros no teníamos nada que perder y mucho que ganar», dice un jugador que ahora, en la LEB Oro, vuelve a disfrutar del baloncesto de élite: «El Melilla es un club serio, donde el objetivo es meternos en play off. Por delante tengo a Riera, que precisamente jugó el pasado año en Zaragoza, y yo trato de ganarme mis minutos en pista. Pero las temporadas son muy largas», termina diciendo.
Fuente: La Opinión
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