¿En qué ha cambiado el Real Murcia en los últimos siete meses? En el fondo nada, en las formas mucho. Desde que el equipo grana descendió el pasado mes de junio a Segunda B el club ha vivido una operación de maquillaje, una transformación externa que ha sido muy positiva en algunas facetas, aunque en otras la entidad grana sigue anclada a un sistema de toma de decisiones tan rígido y frío, que a veces resulta desesperante. Juan Antonio Samper sigue dirigiendo el club como lo hacía hace años: distancia, poco contacto con el día a día en Murcia y máxima austeridad. En el club grana pocas decisiones son fruto de la pasión.
Cuando el pasado 26 de junio el Real Murcia consumó su descenso a Segunda B Jesús Samper, dueño de la entidad grana, anunció cambios. Más de medio año después muchos se han conseguido, otros siguen inamovibles.
El primero de ellos y uno de los más visibles está en el banquillo. A José González, que mañana se reencuentra con la Nueva Condomina, le tocó encarnar en los últimos meses todo lo que se hizo mal en temporadas anteriores; un baile continuo de entrenadores que fracasaban en cuanto pisaban el vestuario grana, plantillas tristes y perdedoras que siempre estaban en el fondo de la tabla y un juego gris y en una situación desesperada.
José González llegó de la mano de Juan Antonio Samper, máximo responsable de la parcela deportiva. También Iñaki Alonso, pero en este caso el entrenador atesora unas características muy diferentes a las de su antecesor. Su fútbol es más valiente, más ofensivo y más exitoso. Iñaki Alonso ha logrado convertirse en el técnico de futuro que el murcianismo llevaba años reclamando, aunque a su favor tiene estar en una categoría mucho más fácil que la Segunda División y una plantilla que es infinitamente superior al resto de sus rivales, tanto en la parcela económica como en la deportiva. Esta distancia el pasado año no existía.
Antes de su llegada, Sergio Fernández, el nuevo director deportivo que sustituyó a García Franco, Paco Zaragoza y Gregorio Mármol, tuvo que hacer la criba más importante. Limpieza en una plantilla llena de pesos pesados, muchos jugadores sin futuro que sobrevivían de otras temporadas, contratos astronómicos y un mal ambiente que lo viciaba todo. Aunque el Real Murcia sigue teniendo los jugadores mejor pagados de Segunda B, entre el director deportivo y el entrenador han logrado crear un vestuario equilibrado y compensado, donde reina el buen ambiente y el objetivo común del ascenso.
Ambos van de la mano. Lejos han quedado las diferencias entre los entrenadores y los encargados de la parcela deportiva. Tanto Sergio Fernández como Iñaki Alonso esperan la llegada de refuerzos, pero en la toma de decisiones importantes el Real Murcia depende de Juan Antonio Samper, al que ambos han intentado convencer para que acepte sus pretensiones. A una semana para que se cierre el mercado de invierno, aún no lo han conseguido, a pesar de la opinión generalizada de la necesidad de nuevos futbolistas que mejoren la plantilla.
Aunque en Madrid la distancia y la rigidez sigue siendo la tónica, en Murcia se ha firmado una paz social inexistente en los últimos años. Con una plantilla unida y la buena relación entre los técnicos del club, sólo faltaba recuperar las buenas relaciones con la afición y con la prensa. La marcha de Santiago del Río a Madrid y el cese en la presidencia de José Ángel Serantes han sido las mejores decisiones para poder unir al entorno del club.
El nuevo gerente, Víctor Alonso, ha impuesto una nueva manera de llevar el día a día, con menos filtraciones interesadas, menos control y más diálogo. En la práctica no tiene competencia para resolver ninguna decisión importante. Todo tiene que ser consultado en Madrid, pero su llegada ha dado una estabilidad al entorno grana necesaria para que en la parcela deportiva todo salga bien.
Si José González se encontró con un club convulso y lleno de problemas, metido en una espiral perdedora de la que era casi imposible salir, siete meses después Samper ha cumplido su palabra y ha renovado con éxito la plantilla, el cuerpo técnico y a los representantes institucionales. Un cambio que ha contribuido a la mejora deportiva del equipo a pesar de que el manejo de la entidad sigue llevando el sello y las formas de su dueño y de su hermano, Juan Antonio Samper.
Fuente: La Verdad
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