El entrenador del Real Murcia, Iñaki Alonso, reclama un reconocimiento de los números que durante esta primera vuelta ha recolectado el Real Murcia, y aboga la dificultad que significa cosechar 41 puntos, haber perdido sólo dos partidos y demostrar una capacidad defensiva poco común.
Recorriendo el camino de este Murcia rejuvenecido –ha perdido, de golpe, de nueve a diez años en el libro del trío Baeza-Garre-García aparecido estos días–, se puede decir que tiene razón el vizcaíno porque es la primera vez que el Murcia puede ostentar el oficioso título de campeón de invierno de Segunda B y nunca ha reunido los guarismos antes enunciados.
En este aspecto hay que trazar dos matices. Uno, que el campeonato que más se le parece –campaña 99-00– y en donde con parecido número de partidos perdidos (3) y con puntuación muy similar –31 puntos– sólo le valió terminar la primera vuelta en el puesto quinto, lo que indica lo difícil que era el grupo. Y eso nos lleva igualmente al segundo matiz: con el mayor presupuesto del grupo, con una fiel hinchada, con plantilla bien posicionada y bien entrenada, debe ser la escasa dificultad inherente a la flojedad de los rivales, lo que justifica y clarifica el tema, cuando el equipo no enamora, precisamente. Basta recordar los clubes a los que tenía que enfrentarse el Murcia para alcanzar categorías más altas.
Por ejemplo, el primer año que disputó en su historia en Segunda B, entonces un grupo único, junto a la Cultural Leonesa, que fue el campeón y que ascendió junto a los murcianistas, eran Cartagena, Valladolid, Castellón, Zaragoza y Osasuna, entre otros. En la campaña en donde volvió a Segunda B (92-93) por no convertirse en Sociedad Anónima, pelearon equipos como Elche, Levante, Hércules o San Andrés.
Es más, la única vez que el Murcia militó en el grupo andaluz, como en la actualidad, figuraban Sevilla B, Betis B, Yeclano, Lorca, Cádiz, Écija y Melilla, pero también Recreativo de Huelva, Almería, Málaga y Granada. Es decir, un grupo muy fuerte que condenó al Murcia al octavo puesto.
En este ránking al finalizar la primera vuelta, el oficioso puesto que ocupa demuestra claramente su influencia al final del torneo. La campaña 94-95 ocupó en la primera vuelta un puesto decimoquinto que antecedió el descenso a Tercera en dos puestos. Con Vidaña primero, y después con Eduardo González, se sumaron menos puntos que nunca. O se necesitó finiquitar a Mora y contratar a Mesones, en la 96-97, para llegar al decimotercer puesto final, partiendo de un puesto alarmante, el decimoquinto. En cambio, siempre que ascendió el Murcia no necesitó siempre acabar dentro de los primeros cuatro puestos al final de la primera vuelta que daban acceso a las liguillas, como fue el caso de la de Gonzalo Hurtado-Crispi.
Fuente: La Opinión
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