El partido agoniza. El bocinazo final, a ocho segundos de distancia. El abismo asomaba. Y el balón le llegó a él, que no se lo pensó y se levantó para lanzar un triple, siendo objeto de falta en el salto. Tres tiros libres. Un error, la condena. Tres aciertos, la esperanza.
¿Nervios? No, eso lo dejaba para los primerizos, dentro y fuera de la cancha. Pedro Robles acababa de vivir unas de las situaciones más curiosas que se pueden vivir en el deporte y, a buen seguro, uno de las mañanas más intensas de su vida. Antes de esos tres tiros libres había habido mucho más que cuarenta minutos de baloncesto. Su mujer, Sara, estaba embarazada y el bebé, como si tuviera ganas de llegar a tiempo al partido de su CB Murcia, se empeñó en ver la luz este domingo. A las 7 de la mañana, Sara se ponía de parto y, una hora más tarde, llegaba al Hospital Virgen de la Arrixaca.
Esperando al pequeño Gonzalo, el nombre del su tercer retoño, el baloncesto pasaba lógicamente a un segundo plano. Las horas pasaron y, cuatro minutos después del salto inicial en el Palacio Municipal de Deportes, el tercer hijo de Pedro Robles venía al mundo el bebé, pesando 4 kilogramos y constituyendo, por sí solo, el mejor regalo de Reyes que unos padres puedan imaginar.
El binomio entre paternidad y baloncesto volvía a aparecer en la vida de Pedro. Su primera hija, Nerea, nació entre el primer y el segundo partido de la final ACB de 2003 entre Pamesa y FC Barcelona. Su segundo hijo, Pedro Jr., llegó al mundo igualmente en un momento clave de la temporada de su padre, disputando en su primera campaña en Murcia el tercer encuentro de Playoffs por el ascenso contra el CAI Zaragoza.
Hasta las 12:34 de este domingo el relato no pasaría por ser una historia más de la felicidad que viven unos padres cuando nacen sus hijos, sino fuera porque Robles se encargó de cambiar el guión a base de profesionalidad. El jugador, una vez Sara dio a luz a Gonzalo, se desplazó de inmediato al Palacio de Deportes, llegando al descanso al encuentro que su equipo disputaba contra el Blancos de Rueda. Ni corto ni perezoso, inmensamente feliz por lo que había experimentado minutos antes mas comprometido con la causa y consciente de la importancia del choque, se vistió de corto, recibió la ovación de su público por el insólito gesto y saltó a la cancha en el tercer cuarto con ganas de redondear su día más intenso.
Y a punto estuvo de hacerlo. En esos tiros libres agónicos, el miedo quedó a un lado. ¿Quién le iba a poner nervioso tras lo que acababa de vivir? Los anotó, como una estrella. Y hubo prórroga. El héroe perfecto, el cuento más idílico de Navidad, la versión española de Derek Fisher y su exhibición con los Wizards tras la operación de su hija.
La prórroga, siempre incierta, siempre cruel, cambió el signo del partido, le dio el triunfo al cuadro pucelano y eclipsó la heroicidad más grande de la Jornada 16 y de lo que llevamos de liga. Pero este domingo nació un murciano más que, a buen seguro, hará fuerza desde su cuna para dar aliento y soñar con la salvación. Desde las 12:34, Robles es más Robles.
Fuente: ACB
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