martes, 22 de septiembre de 2015

Y Antonio Perea no apareció

Cuando el pasado mes de julio Jesús Samper recibía una invitación de Antonio Perea para reanudar una relación que parecía rota bastante tiempo atrás, el presidente del conjunto grana ya sabía que la venta del Real Murcia volvería a ser el tema a tratar. El empresario archenero, después de no haber podido acreditar su solvencia ni la de los socios que decía representar en dos intentos anteriores –posteriormente tampoco lo hizo ante la Asociación de Accionistas Minoritarios–, volvía a la carga. En su nueva historia solo cambiaban los protagonistas. La gran mentira de los jeques árabes quedaba atrás para dar paso a importantes personalidades de Singapur. Pero, al contrario de lo que ocurría en un primer tanteo que Samper afrontó prácticamente a ciegas al no conocer a su interlocutor, en esta ocasión, el máximo accionista de la entidad grana sabía perfectamente con quién trataba. De ahí, la puesta en marcha de una estrategia milimétricamente estudiada y que en unas pocas semanas ha vuelto a dejar en evidencia a Antonio Perea.

Todo comenzaba el pasado mes de julio. Aunque Jesús Samper no acababa de confiar en las intenciones del intermediario archenero, que había vuelto a insistir en sentarse a la mesa para negociar en nombre de uno de sus socios la compra del Real Murcia, el máximo accionista del club grana decidía enviar a una de las personas de su equipo de trabajo para que escuchase al responsable de la firma Pereabros.

La historia de 2013 se volvía a repetir. Pero en esta ocasión, Perea cambiaba a los jeques árabes por importantes empresarios asiáticos. El murciano explicaba en esa primera cita que tenía varios socios en Singapur que podrían estar interesados en comprar el Real Murcia. Aunque, como ya ocurriera cuando decía hablar de sus contactos en Arabia Saudí, en ningún momento concretó nombres ni dio más detalles de quién aterrizaría en las oficinas de Nueva Condomina. Lo que hizo aumentar más aún si cabe la desconfianza por parte del dueño del club grana, que, para evitar asistir a un nuevo episodio de filtraciones, rumores y mentiras, algo que finalmente ha ocurrido, quiso comprobar por la vía rápida si había algo de verdad en el nuevo intento del archenero.

Por ello, apenas unos días después de esa primera conversación y de varios contactos telefónicos, lo primero que hizo Jesús Samper fue poner sobre la mesa sus condiciones para la venta. Requisitos que fueron aceptados sin problemas por Perea, aunque su presteza no sirvió para despejar dudas. Y es que el murciano, pese a lo que ha trasladado a su entorno y lo que se ha publicado en algunos medios de comunicación, en ningún momento afrontó la negociación como intermediario de un grupo asiático, sino que lo hizo en primera persona y en nombre de su empresa (Pereabros Group). Algo que confirmaba el propio Jesús Samper el pasado 9 de septiembre en declaraciones a La 7: «No conozco a ningún japonés ni a nadie de Singapur, todo lo que he visto son conjeturas y suposiciones. Al igual que antes hablé con un notario, ahora lo hago con Perea, que se acercó por segunda vez».

Las palabras del presidente del Real Murcia llegaban justo dos días antes del que había sido elegido por los responsables de la entidad grana como 'Día D', jornada en la que descubrirían si sus recelos en la propuesta de Antonio Perea eran acertados o equivocados. Pese a que las condiciones y los pasos a seguir para la compraventa ya habían sido suscritos por ambas partes, el intermediario archenero era citado en una notaría en Madrid por un Jesús Samper que quería dar oficialidad al acuerdo firmado previamente y así confirmar el compromiso de su interlocutor, evitando dejar nada a la improvisación.

Pero las sospechas que desde el primer día despertaba Antonio Perea en el entorno del máximo responsable grana no tardaron en hacerse realidad. Según explican personas cercanas a la negociación, el archenero no aparecía en el lugar acordado ni la hora fijada. Tampoco lo hizo más tarde. Solo dio señales de vida a través del teléfono, disculpándose ante Jesús Samper por su ausencia y alegando uno de sus numerosos viajes de negocios, compromiso del que no había informado pese a que la cita en la notaría era fijada con varios días de antelación. Argucia que suele utilizar habitualmente el intermediario para alargar las negociaciones en favor de sus intereses.

De ahí, que se confirmen las sospechas del dueño del Real Murcia, que meses atrás ya explicaba en rueda de prensa que Perea «solo busca su minuto de gloria». Una intervención en la que también desvelaba la anterior espantada del archenero: «Le dije que como condición mínima debía identificar al árabe, al ruso o a lo que sea que represente; y a partir de ese momento todo se suspendió».


Fuente: La Opinión

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